Con La sed, Marina Yuszczuk completa la tradición literaria argentina. Con ella tenemos, por fin, una novela de vampiros. Sin vueltas, sin necesidad de reinterpretaciones o dobles lecturas. Sin conformarse con ambiguos revivientes en cuerpos o ácaros chupasangre. La sed es la novela de vampiros argentina. Cerrada, circular, gótica. Estrictamente en los límites del género.
Pese a las tradiciones míticas ancestrales de chupasangres y demonios nocturnos, los vampiros no aparecen en la literatura, como los conocemos hoy en día, hasta “El vampiro” de John William Polidori (1816). Aparece así, finalmente, la la matriz narrativa “cuentos de vampiros” [Ver: Vampiros en el cine]. Como los cocodrilos —o como los seres inmortales que son—, los vampiros apenas han cambiado en sus doscientos años de evolución. Carmilla y Drácula lograron establecer en el imaginario lo que Polidori ya había construido. Bela Lugosi y Christopher Lee son la viva imagen del Lord Ruthven de aquel primer cuento, aunque lleven el apodo que le da Bram Stoker. Anne Rice, consciente de que el vampirismo no admite reformas, seguirá todavía escribiendo con ese anticuado modelo para finales del Siglo XX.
De hecho, podría decirse que La sed es también una especie de Entrevista con el vampiro nacional. Como Louis de Pointe du Lac, en la primera mitad del libro es la propia vampira quien nos cuenta su historia. Su oscura llegada a una Buenos Aires del Siglo XIX, es decir, como pocas veces se la ha visto en la literatura canónica argentina. Del mismo modo que las representaciones inglesas del Londres decimonónico, que hacen un despliegue de elementos de época para que nos quede bien claro dónde y cuándo estamos, la voz del monstruo nos narra la metrópolis incipiente, la planificación de los monumentos, el contraste del Río de la Plata con la antigua costanera—hoy inexistente— y el levantamiento de los cementerios.
Hay un fenómeno en la historia argentina que siempre me pareció digno de una historia de vampiros: la epidemia de fiebre amarilla de 1871. Ese material estaba predispuesto y la que ha sabido aprovecharlo fue Yuszczuk. Ese primer tramo de la novela es el pórtico gótico que nos da la bienvenida al libro. Un estilo arcaizante, algo pesado, no sé hasta dónde una fiel caracterización de la voz protagonista o un goce de la autora por escribir con pluma del 1800, nos hacen ver esa vieja Buenos Aires con melancolía y oscuridad. Pero además, la sobrepoblación de los cementerios dibuja una ciudad en la que se levantan mausoleos y se apilan los ataúdes.
Ése es uno de los grandes méritos de La sed: aprovechar y reconstruir una Buenos Aires decimonónica. Más de una vez, Juan Sasturain se quejó de que la literatura argentina descuidara su Siglo XIX; pensando que “las otras literaturas del mundo” sólo dicen cosas verdaderas, el imaginario nacional parece despreciar ese período de sedimentación histórica que fue nuestro 1800, por demasiado cercano, vivo, aburrido, a fin de cuentas, real. Cómo puede ser, se pregunta Sasturain, que no se hiciera de la gauchesca un western argentino; como si los relatos de cowboys no fueran, también, puro invento del Siglo XX.
Yuszczuk viene a saldar esa deuda. Encuentra las posibilidades vampíricas del Río de la Plata. El monstruo que trae, más que Drácula, Lord Ruthven o Louis, es la mismísima Carmilla. Aunque no comparte nombre —de cualquier forma, Carmilla acostumbra cambiárselo—, comparte sí su irreverencia, su desdén hacia las pompas fúnebres y su burla a la superstición. La segunda mitad del libro será, establecido el modelo a lo Joseph Sheridan le Fanu, el diario de nuestra “Laura”, la amante rebelde de la vampira.
Esta última sección no es donde mejor se expresa la novela. La nueva protagonista es una mujer moderna que queda chica ante la prosa barroquista de Yuszczuk. Su fuerte es sin duda dibujar el Siglo XIX. Lejos de ese lugar —como sucede en la segunda parte— la novela es un avance desenfrenado hacia adelante, en el que poco a poco la víctima/amante va descubriendo y adorando la sombra del vampiro. Pero al final el relato se alarga y la figura del monstruo se desdibuja.
Al fin y al cabo, la novela es —sobre todo en su primera mitad— una historia de vampiros bien contada. Conocedora de la técnica, del tópico y de la estética. El que haya leído varias historias de chupasangres la encontrará repetitiva; el que no pueda parar de leerlas, encontró a su Anne Rice argentina.
La sed fue publicado por Blatt & Rios, así que recomiendo comprarlo directamente en su página web:
Terror; hoy; acá es una guía de lectura para producciones de horror contemporáneas y latinoamericanas. Principalmente argentinas, por mi condición geográfica. La idea es mostrar un panorama de lo que se está estrenando y publicando en términos de terror cerca de nosotros. No es una recomendación ni una crítica. Con lo cual mi opinión importa poco y nada. Como es muy común que el terror circule en el circuito independiente —pequeñas editoriales, ediciones de autor, Internet—, no voy a hablar mal de las obras ni desaconsejarles que las compren. Lo que no quiere decir que me gusten más o menos. Salvo que algo me resulte pésimo —ilegible—, y por lo tanto no escriba nada al respecto, creo que hay un lector para todo, incluso para aquello que no consigue atraparme a mí. En todo caso, quiero colaborar con el género. Que el que busque terror encuentre terror.
Clínica de textos
¿Estás escribiendo una novela?, ¿tenés cuentos archivados sin nadie que los lea?, ¿te diste cuenta que tu colección de poemas necesita una revisión antes de publicarse?
Además de escribir este NewsLetter, en la actualidad estoy brindando un servicio de corrección, lectura, edición y sugerencias de textos.
El manuscrito enviado para su corrección será devuelto con:
-Comentarios en el documento.
-Resaltados con color en segmentos problemáticos/susceptibles al cambio.
-Versiones alternativas de algunos pasajes.
Sugerencias y recomendaciones sintácticas y ortográficas.
-Un documento adjunto con comentarios finales y opinión general.
También podemos coordinar para encuentros virtuales.
Sirve para cualquier clase de textos. Tanto literarios como académicos. También hago asesoramientos de monografías, informes, ensayos, tesis, artículos, etc.
Para ponerse en contacto enviar mensaje directamente a esta cuenta o:
Instagram: @zaranjuan
eMail: zarajuanmanuel@gmail.com