Prólogos a cosas

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Anotaciones sobre literatura, narrativa y mecanismos del lenguaje. La pregunta es, ¿cómo hacemos para contar historias?

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Juan Zara
mar 03, 2024
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¿Qué es hablar de literatura?

  1. Una mecánica del libro

Mi propósito no es hacer gacetillas ni contratapas. No puedo ser yo el que decida si un libro deba o no ser leído por alguien más. Menos si no me preguntan. Por lo pronto, no me dedico a vender libros. Ni mucho menos a hablar únicamente de los libros que vendiera. ¡Ni siquiera a hablar de libros!

Lo que me interesa es la literatura como trabajo mecánico. En el sentido de poder desentrañar cómo es que un objeto funciona, cómo se comporta. No me interesa lo que son los cuentos sino qué hacen y, más importante, cómo lo hacen. En contra de la tendencia contemporánea que iguala reseña y resumen, lo importante no es contar de qué va una obra. Ni tampoco qué me hizo sentir. Sino cómo lo consiguió. Qué articula para desarrollar esa historia o qué hizo para que sintiéramos algo.

Un cuento puede producirnos placer, entonces, ¿por qué lo hace?, ¿qué es lo que tiene de recomendable? Nada más y nada menos que los procedimientos. No ya la historia que desarrolla por unas cuantas páginas. Habría que sospechar si creemos que sólo leemos por las historias.

Si se lee la obra como un truco de magia, como el producto de una genialidad inspirada, no sólo no tiene sentido trabajar como un mecánico, sino que además es ofensivo. No se puede develar el truco de un mago. Es un acto de violencia. Y ésa no es, por lo menos, mi mirada. Considero, incluso, que uno termina leyendo —o no— un libro por sus mecanismos y no tanto por de qué va.

Esto es algo que, entiendo, puede caer pesado a algunos lectores que ven la crítica literaria como una afrenta al libro. Y quizás también a algunos escritores. Pero lo que yo quiero hacer es: agarrar las obras, engraparlas en una mesa de trabajo, abrirlas al medio y sacarles los órganos. Para entender cómo es que funciona ese organismo.

  1. El LIBRO (concepto y objeto)

Reconozco que la imagen de la autopsia trae cierta idea de crueldad hacia los animales. Pero no hay que extrapolar ese juicio a lo nuestro. No estamos ante animales, no estamos ante criaturas sintientes. No estamos desmenuzando al autor cuando desmenuzamos al libro. Ni siquiera estamos destrozando al objeto libro.

El libro no es sólo el códice, el conjunto de páginas encuadernadas, sino también la obra, un trabajo terminado. Usamos la palabra “libro” indistintamente para esas dos ideas, pero podríamos decir que en realidad El Libro no existe. Es un concepto en el que tienden a coincidir códice y obra, pero en verdad lo que tenemos es, por un lado, un conjunto de páginas encuadernado, único y vendible, y, por otro lado, un trabajo terminado, con nombre propio y reproducible hasta el infinito.

La importancia del objeto libro para la literatura moderna logró que hagamos del verbo “leer” una palabra que siempre va acompañada del objeto “libros”. Si se le pregunta a una persona «¿estuviste leyendo algo este fin de semana?», va a responder que sí sólo si estuvo leyendo un libro. Y si no lo hizo, va a decirte que no leyó, aún si estuvo encerrado entre mensajes de chats, twitter, subtítulos o algun prospecto de champú. Más aún, ¿hace falta un libro para “leer una historia”?

Evidentemente, hubo literatura antes de los libros y, más importante, hubo narrativa antes incluso de que la humanidad aprendiera a escribir. Lo que usamos para leer no es la vista, como suele pensarse; existen modos de lectura que ni usan ese sentido. En su lugar, lo que tenemos, y que permite la lectura, es un código común que nos deja entender el texto. Y ésa técnica, o esa competencia, la ponemos a prueba incluso por fuera de lo escrito. Es decir, podemos pasar, ya, del texto —escrito— directamente a la obra.

Lo que yo quiero destrozar para saber cómo funciona es, concretamente, la obra. Y no me interesa la materialidad de esa obra. Si un prólogo es cualquier palabra que esté antes, y que anuncie al mismo tiempo que habla de, otra cosa, entonces puede haberlos de muchas obras más aparte de las que son sólo libros. En general, como la literatura moderna nos obliga a pensar en libro, el género “reseña” casi ignora la meticulosa maquinaria del cuento, por ejemplo. Pero además, también podemos descubrir esos procedimientos en canciones, películas, prácticas cotidianas, instituciones, disciplinas...

  1. El culpable

Soy docente, escritor y, en mi tiempo libre, observador de aves. Aunque leo desde muy chico, descubrí la idea de los mecanismos textuales —de que las historias, de alguna forma, nos manipulan— mirando películas. 1) Con la escena de la Estatua de la Libertad en El planeta de los simios (demostrándonos que ése siempre fue nuestro mundo en el futuro). 2) Con la escena final de Terminator (demostrándonos que toda la historia era un ciclo; el Exterminador existe y puede viajar al pasado, para ser destruido, porque alguien de ese tiempo lo reconstruyó a partir de sus restos). Es decir, no creo que haya que culpar a mi formación universitaria o a mi formación como escritor o a ambas por este interés y esta práctica. Vino antes y dio luego lugar a mi elección de carrera. Escribir es sólo una forma de replicar esos procedimientos, como si fuera posible aprender reconstruir un reloj, sólo desarmándolo. En los otros ámbitos —bicicletas, computadores, lapiceras— no me doy la misma maña y, donde meto el destornillador, pierdo tornillos.

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  • Con el sello independiente El Rucu Editor publiqué los libros Malformaciones (cuentos) y Riachuelo (libro ilustrado).

  • Aves en general, blog dedicado a mis anotaciones en campo sobre la vida y ecología de los pájaros.

Redes:

  • @zaranjuan (Instagram personal; fotografía)

  • @riachuelo_sp (Instagram; ilustración)

  • ENTOMOFOBIA (YouTube; audiocuento)

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